La primera vez que me tope con la obra de Joel Peter Witkin, fue en la biblioteca del ALPES ( le dedicare un blog completo al Alpes mas adelante), fue el año 95 y desde ese año no he podido sacármelo de la cabeza. El cruel afán, la triste complejidad ; el detalle de los cuerpos que dicho sea de paso de verdad no están retocados mas allá de lo que les hizo el forense por que en verdad sus modelos son cadáveres en su mayoría especiales, como el mismo reconoce. Durante su estancia en la Ciudad de México, Witkin pidió a los trabajadores de la morgue que no aventaran los cuerpos boca abajo dentro de las camionetas para evitar que se fracturaran la nariz.-
Saco a los freaks del clóset, levanto piedras, se hace amigo de los monstruos
y los enmarca con flores, con frutas abrillantadas, los viste con trajes de noche
y terciopelo: les toma fotos. Una vez allí ralla el negativo, lo imprime en papel de algodón y luego en aluminio, colorea la imagen manualmente con pigmentos, la cubre con cera de abeja caliente, enfría la cera, se la quita y finalmente la barniza.
Si después de toda esta introducción algo recortada aun no vez el lado oculto de esta moneda te falta recorrer más de la mitad del camino que te invito a ver. Witkin te atrapa en lo más profundo de tus sueños en esos en que todo podía ser retratado y dejar de lado los referentes sociales que dicen que debe y no debe ser tocado jamás.
Si deseas acompañar el recorrido con una banda sonora, imperdible el “Closer” de nine inch nails, para ir dándole ambiente al relato.
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